jueves, abril 24, 2008

El Arte de Morir

Hoy vi algo triste: un cortejo fúnebre de sólo un automóvil; no digo que la muerte de un individuo sea un momento de alegría, tal vez en México, pero ver una Carroza seguida de un solo móvil es penoso.
He asistido a un par de Funerales; algunos han sido silenciosos, los mas han sido bulliciosos, uno que otro hasta solemne y, especialmente uno, apoteósico.
En todos, los deudos expresaban homenaje al difunto, de la forma en que a cada cual le resultaba mas natural: Discursos, oraciones, recuerdos, silencio; en fín, cada cual demostró ante los otros el respeto al querido cadaver que reposaba entre nosotros.
¿Es la longitud del cortejo la última evaluación a la que nos vemos enfrentado?
Es como si el éxito de nuestra vida se redujera a la cantidad de ejes puestos tras tu ataúd.
Esta noche, levantaré mi copa en honor de ese ilustre desconocido, que cruzó mi calle, sólo acompañado de su propio fantasma.
La imágen es de un grabado inglés del siglo XIV publicado en DeathReference.com